El Estrés ¿engorda o adelgaza? Depende de cuánto

El estrés ¿engorda o adelgaza?

El estrés ¿engorda o adelgaza? Esta duda nos asalta con más frecuencia de la habitual. Si lo piensas, es bastante normal: vivimos en una sociedad estresante. El estrés forma parte de nuestras vidas. Lo que te tienes que preguntar es si lo hace de manera permanente o puntual.

OMS: “El conjunto de reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción”.

El estrés

El estrés es un mecanismo. Entendámoslo así. Ante determinadas situaciones que demandan una respuesta activa, el estrés eleva la adrenalina, nos pone alerta, mejora la recepción de señales… De alguna manera es esa tensión necesaria para rendir al máximo en un momento concreto. No es un fallo, es una medida extrema. Es como el óxido nitroso en una carrera de coches. No podemos llevarlo abierto constantemente porque el coche saltaría en pedazos, pero sí es beneficioso enriquecer la mezcla de combustible puntualmente para dar una punta de velocidad en un momento clave, en la recta final, en la última vuelta etc.

El[bctt tweet=»El estrés puntual puede incluso adelgazar (hipofagia y más actividad) pero si se hace crónico produce ganancia de peso (hiperfagia, cortisol, ansiedad y malos hábitos)» username=»»]

El estrés es exactamente igual. Un momento de intensidad, produce estrés, el estrés es la respuesta fisiológica que necesitamos para saltar sobre esa necesidad y dar lo mejor de nosotros mismos. Pero pasado ese momento, debe volver la calma.

El estrés: una cuestión de cantidad

Lo que interesa en un portal fitness: ¿Engorda o adelgaza? Como siempre decimos, depende. Un estrés puntual, puede elevar la adrenalina, mantenernos más activos, producir cierta hipofagia (comeremos menos) y ese aumento de gasto calórico apoyado en menor consumo energético, adelgaza.

Pero si ese estrés es crónico y no momentáneo, engordaremos. Ese estrés pasará de ser una respuesta física, a ser un estrés psicológico. Y ese ruido constante en el cerebro, esa ansiedad, trataremos de calmarla con satisfactores inmediatos: comida, comida y más comida. Cuanto más dulce e hiperpalatable mejor. Buscamos sensaciones de bienestar inmediatas porque la ansiedad nos tiene permanentemente incómodos.

En estos casos engorda.

El estrés engorda cuando se hace permanente

Digestiones de peor calidad. Ese es el primer elemento. Nuestro cuerpo, bajo presión, prioriza la respuesta a esas «amenzazas» que percibe en el entorno antes que a realizar tranquilamente buenas digestiones.

El estrés aumenta el cortisol que segregamos. Eso lo hace para que pueda buscar energía en todo momento y para ello eleva nuestro apetito. El problema es que no estamos en una situación de amenaza real —en el sentido físico y paleolítico que entiende el cuerpo— sino en una de índole laboral, de agenda… que no se resuelve comiendo más, sino tomando mejores decisiones.

Algunos tips para no enviar señales estresantes 

Es fundamental que digas a tu cuerpo: todo va bien. Para ello puedes probar estrategias como:

  1. Comer con atención, centrados en la comida, en lo que estamos haciendo, en los sabores y las porciones.
  2. Elegir un lugar tranquilo  para comer. Si es sin televisor mejor. Habla con la familia. En calma.
  3. Siempre que puedas, come a la misma hora.
  4. Mastica los alimentos tanto como puedas (mínimo 30 veces cada bocado) para mejorar la digestión.
  5. Respira profundamente y con los ojos cerrados antes de empezar a comer. Pretendemos tranquilizarnos. Nunca te sientes a comer estando nervioso/a.

Síguenos en Instagram para más tips.

Back To Top